GRACIAS POR LOS RECUERDOS / Capítulo Veintitrés: Ellos me robaron a mi bebé

En Londres, Inglaterra hacía frío en invierno y era muy frío y lúgubre. Muchos de los edificios a los que me llevaron estaban hechos de piedra gris, y todo había tomado un cariz grisáceo. Quizás esto era debido a las nefastas experiencias que tuve mientras estuve en Inglaterra. Había un montón de ornamentadas vallas de hierro forjado negro alrededor de las propiedades, incluso las avenidas y los parques a menudo tenían vallas que los rodeaban. Acompañé a Reagan a Londres muchas veces. Tuve la sensación de que se trataba de tareas importantes para favorecer las relaciones diplomáticas.

Aquella vez Ronald Reagan llevaba un abrigo negro y caminábamos por la calle para ir a visitar una señora mayor con el pelo de color gris oscuro. Llevaba un sombrero, unos zapatos muy resistentes y un traje. Creo que era la reina de Inglaterra, o al menos alguien de importancia. No era Margaret Thatcher, sin embargo. Explicó que podía caminar por su país sin los agentes del Servicio Secreto, pero elegía sabiamente el momento en que hacía las "salidas", como ella las llamaba. Tenía un perro de tamaño medio que cogía cuando se iba de paseo. Era muy terca y muy dominante. Por alguna razón personal no le gustaba en absoluto Nancy y decía que Ron y yo hacíamos un dúo tan bonito que era una pena que no fuéramos pareja. Decía que Nancy le hacía parecer más viejo de lo que era, y que un bebé de Reagan y mío le haría feliz. Decía que sentía que había una química especial y que le gustaba mucho. Estaba convencida de que yo era Sharon Weatherby y que tenía un excelente linaje. Todas estas cosas del linaje verdaderamente significaban mucho para ella y por alguna razón, yo era el objetivo. Quizás el Consejo le había influenciado y le había dicho que yo era alguien que no era. No lo sé.

Nos reunimos para hablar en una sala de estar con todos los muebles de mimbre blanco. Había un pájaro en una gran jaula de metal ornamentada y había un montón de hermosas plantas alrededor. Recuerdo como ella y todos a su alrededor hablaban con acento inglés. Hablaron de la OLP y de otras noticias del día, pero no pude recuperar todas las palabras para recordar de forma más completa sus conversaciones. Ella sabía de mis capacidades, los archivos mentales, de las profundas declaraciones pronunciadas en público (como si hubieran sido programadas por el Consejo), el ingenio (programado por el Consejo) y ella notaba que yo tenía una estructura genética extraordinaria y quería algo así. Lo veía como una cría como quien piensa en criar caballos o perros. Estaba realmente implicada y tenía metido en la cabeza el tener un hijo mío junto con Reagan, a quien ella consideraba el padre perfecto.

Hubo muchas reuniones donde se discutió este tema y, finalmente, se consiguió su deseo. El niño que parí para ella fue el resultado de muchas reuniones de negociación en los últimos años. Las conversaciones comenzaron lentamente mientras ella y Reagan hacían pequeños pasos seguros hacia la definición de su esquema, absurdo, por otra parte.

El niño que nació por la reina debía ser educado en un ambiente estricto y preparado para, más adelante, contraer matrimonio con alguien de la familia real. Era un bebé que se entregaba en manos de algunos de su pueblo.

Dijeron que este bebé era un regalo de la diplomacia entre nuestros países. Reagan llamó al bebé una ofrenda de paz, para mostrar al Reino Unido nuestra disposición a tender una mano hacia el futuro de las relaciones con su país.

Cuando los médicos estaban dispuestos a entregar mi bebé bajo pedido, me subieron a bordo de un avión. Me pusieron en una especie de camilla cuna de lona blanca con un marco metálico. Había una botella de suero colgando sobre mi cabeza y me temía que cayera de donde estaba cuando el avión entró en una zona de turbulencias. No podía decir nada, porque tenía una máscara sobre la cara.

Mi bebé nació en pleno vuelo, a cargo de médicos vestidos con batas quirúrgicas y máscaras. Tenían utensilios y cuencos de acero inoxidable de forma alargada con alcohol o algún tipo de solución estéril para sus utensilios. No había enfermeras. Sólo dos médicos. El bebé también formó parte de un experimento. Cuando lo recuerdo, descargando y recuperándolo de la memoria siento las contracciones uterinas y el dolor, mi coxis herido y aguijoneado porque me habían puesto una inyección espinal. No tuve el bebé en forma natural; oí los médicos diciendo la palabra "epidural", pero en ese momento no sabía el significado de esta palabra.

Después de nacer el bebé y de que el avión aterrizara, un médico lo envolvió con una manta blanca delgada y acto seguido se dirigió a la puerta del avión con él. Grité tan fuerte como pude: "¡NO, NO, NO!" Pero no sé si no era capaz de gritar las palabras en voz alta, o si estaba gritando desde el interior. Las lágrimas me bajaban por las mejillas. Miré por la ventanilla del avión y vi a un hombre de cabello oscuro y a una mujer rubia con media melena juntos de pie en la pista. El médico que me había quitado a mi pequeño hijo recién nacido se lo entregó primero al hombre del cabello oscuro que, a su vez, lo dejó en los brazos de la mujer. Después, el médico les hizo una señal para que se fueran y yo pensaba que me moría cuando la pareja cogió a mi bebé y se fue.

Cuando el médico volvió a subir al avión, él y el otro hombre me dijeron que había hecho una buena elección y una gran contribución a la sociedad. No sabía qué querían decir. Yo no había hecho ninguna elección. Mientras ellos hablaban de asuntos de seguridad nacional, yo me estaba poniendo cada vez más histérica. El médico inyectó una droga en la botella de suero que inmediatamente hizo que me durmiera. Lo siguiente que recuerdo es que iba vestida con un chándal gris y estaba aturdida saliendo del avión hacia mi madre que llevaba una sudadera roja, blusa blanca y pantalones rojos. Me cogió la cara entre sus manos y dijo: "¿Cómo está mi amor?" Y me ayudó a subir al coche.

Oí al médico decir que el bebé tenía un buen tamaño, aunque le habían hecho salir tan pronto. Todo lo que yo podía ver era la parte superior de su hermosa cabecita porque estaba muy envuelto en la manta, pero mi amor por él era y sigue siendo intenso y poderoso. Era parte de mí, pero ellos se lo llevaron. Nunca volví a ver a mi bebé. Me alegré mucho cuando me drogaron abandonando mi sufrimiento, porque los sentimientos y la experiencia habían sido abrumadores y no podía aguantar más. Mi cuerpo empezó a temblar incontroladamente y estaba helada, pero me dijeron que estaba bien - normal, de hecho. Seguro que aquello no era sentirse normal. Estuve aturdida durante unos días, tranquila, retirada y muy, muy deprimida. Me dolía el alma. Todavía me duele hoy.

La pena es totalmente abrazadera. Cuando pienso en él aún lloro sin control. ¿Como fueron capaces de robarme mi bebé? ¿Como pudieron?
"Jesús lloró". - Juan 11:35
"Esto dice el Señor: Reprimid la voz durante el llanto, y las lágrimas de los ojos, vuestro trabajo será recompensado, dice el Señor, y (vuestros hijos) volverán de tierras enemigas. Y habrá esperanza en vuestro futuro, dice el Señor ; vuestros hijos volverán a vuestro país". - Jeremías 31:1617






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