GRACIAS POR LOS RECUERDOS / Capítulo Treinta y dos: Robot averiado

EL SEGUNDO ACCIDENTE EL 12 DE ABRIL NO FUE NINGÚN ACCIDENTE

El 12 de abril de 1987, a las 9:15 h tuve otro accidente. No podía entender cómo o por qué podía haber tenido otro accidente precisamente el mismo día y a la misma hora, al cabo de dos años. Pero, después de romperme la cabeza contra un árbol y la espalda en un accidente de caballo comenzaron las inundaciones con más recuerdos del pasado y empecé a tener aún más problemas de funcionamiento en mis responsabilidades cotidianas del día a día. Me vi obligada a tomarme más tiempo para descansar y curarme en mi vida consciente. Buscaba más un cuidado quiropráctico y comenzar una profunda curación con hierbas, oraciones y un aumento de terapias del cuerpo. Durante ese tiempo de curación física también crecí espiritualmente acercándome más a Dios y ganando la fuerza de la perspectiva que se necesita para hacer frente a más realidad.


UNA VISITA AL HOSPITAL MENTAL

Pasados un par de años mis sistemas programados habían empezado a derrumbarse, provocando recuerdos de mi pasado que iniciaron una incontrolable inundación en mi conciencia actual, y fue creciendo cada vez más mi disfunción. Tenía problemas para llevar a cabo mis obligaciones diarias cuando mi pasado chocaba con mi conciencia, a menudo me inundaban muchos recuerdos al mismo tiempo. Tenía problemas al tratar mi realidad física exterior, porque no había tantas cosas en mi cabeza para distraerme.
Prestar atención simultáneamente a realidades tanto internas como externas era un reto, sobre todo con mi programación vomitando órdenes hipnóticas para confundirme, tenía migraña, quería quemarme o matarme o redirigía mis pensamientos hacia otra dirección que dictaban mis controladores. Después de numerosos recuerdos de abusos por parte de mi padre, madre, hermanos y otros, incluyendo formas que yo utilizaba dentro del sistema para abusar de otros, le pedí a mi terapeuta, Stuart Perlman, que llamara al Departamento de servicios humanitarios ( DHS ) conmigo e informara todos de nosotros. Hizo lo que le había pedido y tuve largas entrevistas con las autoridades, con la esperanza de que alguien me ayudaría a detener estos abusos y me aseguraría que mis hijos y los demás niños de la familia estarían fuera de peligro.

Como cada vez aumentaba más la disfunción, me ingresaron en un hospital mental de Westwood durante diez días y recibí otra dosis de realidad. Mientras estaba en el hospital mental, un hombre trajeado entraba en mi habitación de noche mientras yo dormía en mi cama. Abría la puerta, entraba, se sentaba en mi cama, me daba órdenes hipnóticamente, miraba alrededor para asegurarse de que estábamos solos, entonces rápidamente me hacía un torniquete en el brazo y me ponía una inyección. Muy bajito decía, "estás a salvo, estás muy, muy, segura. Nada de lo que estás recordando es real, todo es sólo una pesadilla.
Cierra la sección 34 y recuerda que estás a salvo, muy tranquila y muy segura. No es necesario que te preocupes por nada más, todo está controlado". Añadiendo otro vial de la droga a la jeringa, me la inyectaba en el brazo y comenzaba la segunda ronda, "Stuart Perlman es tu amigo. Él es tu amigo de confianza que te ayuda en estos tiempos difíciles. Él y sólo él puede ayudarte, nadie más puede llevar sus zapatos y cada vez que notes sus zapatos cuando esté sentado frente a ti, recordarás esto. Ahora podrás dormir muy profundamente y cuando despiertes no recordarás nada de esto ni el sonido de mi voz, pero ahora podrás dormir muy, muy profundamente. Tus hijos están a salvo, están seguros y tú descansarás y dormirás muy profundamente. Recuerda que estás totalmente fuera de peligro". Cuando había terminado, me quitaba la aguja del brazo, metía toda su parafernalia dentro de una bolsa negra de médico y sigilosamente se deslizaba a oscuras de la habitación. Como de costumbre, yo veía todo esto desde otras personalidades interiores, que no estaban dormidas.

Lo que aquellos programadores deberían saber es que cuando una persona tiene múltiples personalidades, especialmente personalidades que han sido programadas para tener una inmejorable capacidad para recordar, aquellas personalidades pueden y toman nota de todo lo que está pasando. Si la personalidad presente es drogada, aún hay otras personalidades dentro, que las drogas no les afectan, que "toman nota" de lo que está pasando. Por eso, yo misma y las otras hemos recuperado grandes cantidades de experiencias, cuando nos hemos curado y reintegrado, para ser capaces de juntar esta imagen más completa para presentárosla. Ha fallado su mal uso de la tecnología. Lo siento Henry, vuelve a la mesa de dibujo. Creo que necesitarás un diagrama más elaborado, porque, Henry, tu sistema de seguridad no se cerraba tan estrechamente como podrías haber pensado.

Durante mi estancia hospitalaria, hice mención del problema de los abusos de mis hijos. Mi decepción fue absoluta, el DHS refutaba tomarse en serio las alegaciones de abusos a los miembros jóvenes de nuestras familias. Además, cuando me liberaron del hospital me incliné sobre la mesa para ver mi historial médico, donde se leía, "Delirio". Nadie me había tomado en serio, pues. Espero que tú, lector, lo hagas ahora.


MÁS SEGUIMIENTO EN LA UCLA

Mis visitas al Instituto de Neuropsiquiatría de la UCLA ( NPI ) menudearon después de mis accidentes de 1985 y 1987 y las subsiguientes lesiones de la cabeza y la espalda. Esperaba en una habitación llena de sillas y, cuando me llamaban, iba caminando como un robot allí donde me decían y hacía de la misma manera todo lo que me pedían. Si decían, "quítate la blusa", lo hacía. Todo lo que me pedían, lo hacía. Me metían en una sala de examen y me hacían pruebas neurológicas, diciendo cosas como: "tócate la nariz, mueve los ojos hacia la izquierda", este tipo de cosas. Entonces me hacían pruebas caminando, flexiones, etc. Vi al médico uniformado de blanco referirse a una lista en un pequeño cuaderno.
Me hizo preguntas a las que respondí como un robot. Me preguntaba: "¿Cómo te llamas? ¿Donde vives? ¿Quién es tu marido? Todos estos procedimientos eran el examen neurológico estándar.

Entonces llegó un médico viejo y me dijo que le siguiera a un espacio diferente. Las cosas se volvieron más técnicas entonces. Había una sala llena de grandes grabadoras, del tipo de cinta con una silla colocada al lado. Me sentó al lado del equipo y me dio unas barras de metal largas para que las cogiera con las manos. Siempre estaban probando cosas diferentes. No sé por qué, pero me esforzaba por hacerlo "correctamente". Si lo hacía mal se enfadaban y entonces me hacían daño. El médico me puso unos auriculares y me dijo que sujetara las barras metálicas con fuerza, y me dio instrucciones para que entrara en un estado de trance muy profundo.

Después de ciertas frases cortas, recibía electrochoques. No sabía nunca cuando lo recibiría y me habían dicho que no soltara las barras de metal. Cuando las frases no se podían aplicar a mí, como por ejemplo, "Soy un esquimal" no recibía choques. Pero después de una afirmación verdadera que era aplicable a mí, recibía un electrochoque. Algunas cosas eran muy personales y sólo se me podían aplicar a mí. Como por ejemplo, "Amo a mi marido Craig". "Soy una buena madre" o "Soy feliz con mi vida, la terapia me está haciendo mejor persona". Todo tipo de afirmaciones como éstas salían de los auriculares. A veces recibía electrochoques en los pies en vez de en las manos o en la cabeza. A menudo las cosas variaban y también lo hacía la gente que administraba las "pruebas".

En otras ocasiones una furgoneta blanca me recogía de las calles de Westwood, después de una sesión de terapia y me llevaba a la UCLA. A veces me hacían cosas directamente dentro de la furgoneta.
Tenían equipos en su interior y me decían cosas y me descargaban electrochoques. A menudo pasaba cuando estaba en la terapia con Stuart, en Westwood. La furgoneta subía sobre la acera y cuando el conductor inclinaba la cabeza hacia la ventana del pasajero con el brazo sobre el respaldo y me miraba, yo estaba programada para ir hacia la furgoneta y subir. Los uniformes del conductor variaban, como el de un cartero o algún falso servicio de reparaciones, y el hombre que le acompañaba hacía el trabajo conmigo. A veces de repente me abofeteaban por todas partes. Nunca sabía qué harían, siempre era diferente y me cogían con la guardia baja y no podía protegerme. No podía nunca pensar en protegerme, incluso si sabía lo que estaba viniendo. Me infringían todo tipo de violencia para mantenerme bajo control; me ataban a una silla y me apuntaban con un arma a la cabeza, o era violada o me torturaban de alguna otra manera. Me ponían cuchillos en la garganta - cualquier cosa que pensaran que podía asustarme. A veces había un gran espejo de la parte posterior de la furgoneta y me ponían delante, diciéndome que yo era tal y tal, y dándome instrucciones a aquella parte de mí para que hiciera trabajos o informara de cosas. Había una gran variedad de equipos electrónicos en la parte trasera de la furgoneta. Me inyectaban alguna droga en el brazo y entonces me mostraban clips de vídeo. Una vez me enseñaron un clip de una persona desenroscando un gran tapón redondo que dejaba entrar agua en la habitación en la que me decían que yo estaba. Me decían que era real y que estaría fuera de peligro si no recordaba el pasado. En aquella sesión de realidad virtual me decían que el agua llegaría por encima de mi cabeza y me ahogaría si seguía recordando. Todo esto se hacía en nombre de la "seguridad nacional". Tenía una gran confusión personalmente con que era mi cuerpo o mi seguridad, como resultado de todas estas pruebas. Era como si mi mente fuera eliminada de mi cuerpo y actuaran por separado, y daba mucho miedo porque no podía estar allí para proteger o ayudar a mi propio cuerpo, o a mis niños.

Cuando los hombres de la furgoneta habían acabado conmigo, se paraban delante de mi coche, que estaba aparcado en Westwood. Cuando veía mi coche estaba programada para cambiar a Sue y no recordar nada de lo que hubiera pasado, pero las otras personalidades me daban sugerencias hipnóticos para recordarme a seguir sus instrucciones escondidas y separadas de Sue. Los hombres me decían que entrara dentro del coche, me sentara allí durante un rato y volviera a casa cuando estuviera preparada. Si me tenían trabajando hasta tarde me daban una excusa para decir a mi familia, para cuando llegara a casa. Esto sucedía muy a menudo y el trauma conseguido era más intenso cuando tenía terapia diaria con Stuart y Margie.

Otra vez el NPI de la UCLA, yo estaba sentada en una mesa de acero inoxidable donde ellos habían estado fotografiando mi cerebro con una máquina de rayos X que se detenía y hacía fotografías en cuatro lugares diferentes mientras me escaneaba la cabeza. El médico me dijo que mi cerebro estaba en perfecto estado para realizar cualquier tipo de enlace. Después hizo que me estirara en una camilla y me ató los tobillos y las muñecas a unas barras de allí al lado entonces me metió desnuda en un largo tubo de metal plateado. Me colocaron una pequeña máscara negra sobre los ojos justo antes de cerrar la puerta. Pensé que quizá me iban a matar pero ellos decían que sólo algunas partes de mí morirían para que otras renacieran.
Un continuo ciclo de vida y muerte de personalidades lo mantenía todo en orden, previniendo el caos de un sistema interno amontonado. Así era como mi sistema de personalidades se mantenía claro y limpio, listo para ser utilizado.

Los científicos y los médicos todo lo convertían en un estudio. Simplemente convertían un sistema de esclavos del control mental derrumbado o un "problema de contención" en otro proyecto para promover su investigación.

"Ya habéis oído lo que se dice, "ojo por ojo y diente por diente". Pero yo os digo, no se resista a quien sea malo. Es más si alguien os pega en la mejilla derecha, ofrecedle también la otra, y si alguien os pide y os quita vuestro abrigo, darle también el manto, y si alguien os obliga a acompañarlo una milla, id con él dos millas. Dadle lo que vosotros mendigáis y no rechacéis a quien os pida un préstamo".

"Oísteis que fue dicho, "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo". Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos (...) y orad por los que os persiguen, así podréis ser hijos de vuestro padre que está en el cielo, porque él hace que su sol se eleve en el mal y en el bien y envía la lluvia sobre el justo y sobre el injusto. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?" - Mateo 5:38 /46






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