GRACIAS POR LOS RECUERDOS / Capítulo Treinta y ocho: La tristeza de una madre y una abuela

LA TRISTEZA DE UNA ABUELA: LA MADRE DE SUE

UNA FAMILIA DESTROZADA


Mi marido era soldador y cuando nos casamos trabajaba en los astilleros donde se hizo daño. Una noche, mientras trabajaba en la oscuridad, se topó con una chapa de acero, se dio un golpe en la cabeza y quedó inconsciente. Sufrió lesiones graves en el cuello y seis meses más tarde le dolía mucho y se le sacudía sin control. El diagnóstico fue tortícolis en el cuello. Le hacía tanto daño que probaba cualquier cosa que los médicos le sugerían, como tratamientos de choque, inyectarse fiebre tifoidea, interminables fármacos experimentales, cirugía cerebral y muchas otras intervenciones médicas.

Cuando tenía 45 años un médico le dijo que sólo le quedaban cinco años de vida. Quería estar seguro de que su joven familia estuviera bien atendida así que compró todos los seguros de vida que pudo conseguir.

Mientras tanto, dejó los astilleros y abrió su propio taller de soldadura. A mi hijo pequeño le gustaba mucho la soldadura y llegó a ser muy bueno en eso. Mi hijo mayor fue a la Universidad y se graduó en geología. Finalmente, ambos trabajaron en el taller de soldadura. Se peleaban constantemente.
Esto sacaba a mi marido de quicio. Se levantó una mañana y parecía que se hubiera vuelto loco. Dijo que se iba a la tienda y que despacharía a uno de ellos, no sabía a quién. Yo estaba devastada y asustada. Le rogué y supliqué, pero no se podía razonar con él. Llegó más tarde a casa y me dijo que había despedido al hijo mayor. Me sorprendió que no hubiera despedido el hijo más joven. Siempre le estaba molestando e insultando.
Unas semanas más tarde mi marido me pidió un magnetófono. Dijo que quería grabar una cinta para su hijo mayor. Le ayudé a prepararlo y me fui de la habitación. Poco después cuando entré a mirar, tenía el magnetófono en las manos y estaba llorando. Más tarde supe que había dicho que tenía que echar al hijo mayor, porque el hijo pequeño tenía alguna ascendencia sobre él. El hijo mayor le preguntó si era alguna cuestión empresarial y mi marido le dijo, "No, personal".
Nuestro hijo le preguntó, "¿qué es Papa, tienes una aventura?" "Mucho peor", contestó mi marido.
Años más tarde, pasó por su lecho de muerte llevándose el secreto. La idea de que podría haber sido el incesto, pornografía infantil o cualquiera de estos horrores nunca me pasó por la cabeza.
Mis dos hijos se han distanciado. He intentado muchas veces desde 1974 hablar con ellos, para lograr que por lo menos hablaran el uno con el otro, pero ha sido en vano. El menor estaba dispuesto pero el mayor dijo, "De ninguna manera". Me dolió tanto durante tanto tiempo que llegué a pensar que me volvería loca. Una noche le dije a Dios en mis oraciones, "Dios, no puedo con esto, hazte cargo".
En 1967, mi marido se hizo cirugía cerebral para detener el dolor y los espasmos del cuello. Bajaron del cerebro para cortar los nervios que le estaban causando el dolor. Esto le ayudó pero estuvo en el hospital durante mucho tiempo.
Unos años más tarde tuvo un infarto y finalmente le tuvieron que hacer una operación a corazón abierto. No hubo complicaciones. Durante la cirugía se quedó sin oxígeno durante cuatro minutos. Dijeron que como era cirugía cerebral, se le había hinchado el cerebro y había tenido edemas. Estuvo en coma durante doce días. Cuando salió era como un vegetal, no nos conocía a ninguno de nosotros. No era capaz de hacer nada, no podría alimentarse, ni ir al baño o caminar. Después de meses de fisioterapia fue capaz de caminar y de poder coger alimentos con la mano. Su memoria quedó parcialmente bloqueada. Este déficit alteró todo su lado izquierdo. Nunca recuperó del todo la memoria. Le llevé a casa y me hice cargo.

Mi hija me paró un día, lo que no era inusual, ya que ella vivía en la misma calle. Me preguntó si podía hablar conmigo. Me dijo que tenía que decirme algo así que salimos y nos sentamos en el columpio del patio trasero. Me dijo que su padre había abusado sexualmente de ella. Me quedé sorprendida, atónita, triste y no podía creer lo que estaba oyendo. También dijo, "tú y la abuela también abusabais de mí".

Empecé a llorar y pensaba, "¿Dónde estaba yo?" No tenía ningún tipo de recuerdo de este evento.
Finalmente le dije, "No es que no te crea, sólo es que no puedo recordarlo". Pero yo era tan ingenua cuando me casé saliendo de la escuela secundaria. Pensaba que éramos una familia normal, feliz y esta acusación me impactó de raíz. Pensaba y pensaba pero no podía recordar nada. Me acuerdo diciendo a menudo cuando los niños eran pequeños que la vida parecía demasiado buena para que fuera verdad.

Más tarde me dijo que yo había abusado de sus tres hijos. No podía creer que lo hubiera hecho, ya que me encantan los niños como si fueran míos. Estaba dolorida y seguía rezando para que no fuera cierto.
Me dio un folleto del Grupo de Trabajo sobre el Abuso Ritual de las Mujeres de Los Ángeles y ya no me dejó ver nunca más a sus hijos. Yo difícilmente podía funcionar. Estaba dolorida, como en un trance.
Como mi hija me habló más sobre el abuso, intenté recordar con más fuerza, pero no podía. Al repasar sus alegaciones y recordando su niñez, pensé que había habido veces en que podía haber tenido lugar el abuso. Pero ella parecía ser una niña normal, feliz. Era una buena niña, obediente, amorosa y tan sólo un angelito.

En algún momento a finales de los 80 mi hija me dijo que su padre había abusado sexualmente de ella desde que era un bebé. Después Sue continuó diciéndome más, empecé a creerle y que esto realmente había sucedido. Apenas podía mirar a mi marido o cuidar de él ya, pero era un hombre viejo, indefenso enfermo, así que seguí cuidando de él, odiándole a cada segundo. Pero no importaba lo que pasara, él no se quejaba nunca.

Poco después de eso vino a enfrentarse con su padre. Le dijo que él había abusado sexualmente de ella. Tenía un aspecto muy duro, enojado cuando me miró y dijo, "tu hija está loca". Ella se fue y estuvimos mucho tiempo sin verla. Yo la llamaba, pero ella no contestaba el teléfono ni quería hablar conmigo.
Mi marido continuó siendo un hombre muy enfermo y tuvo que ser atendido. Desde entonces, sólo hablo con él cuando lo tengo que hacer. Pensar que había abusado de nuestra hija me hacía odiarlo. Le había amado durante más de 50 años. Ahora incluso no podía dejarle que me tocara por la noche. Si se le ocurría ponerme encima la pierna o el brazo, me lo sacaba de encima.
Después de los dos accidentes de mi hija que ambos ocurrieron el día 12 de abril, con dos años de diferencia, mi hija desapareció. No sabía dónde estaba. Tenía tanto miedo por ella. No había hablado conmigo durante muchos meses. Fue como perder el brazo. Estábamos, pensé, tan cerca y ahora ella no quería tener nada que ver conmigo. Sentía como si fuera un sueño o una pesadilla terrible que me despertaría la mañana y que no sería cierto. Estaba tan preocupada por ella. Sin hablar y orar a Dios, nunca me habría recuperado de esta separación con ella.
Sentía que me estaba volviendo loca, así que fui a una terapeuta. La terapeuta no parecía estar ayudándome. Después de que Sue huyera de California, me llamó y me dijo que estaba huyendo para salvar su vida. Un día le dije a mi terapeuta que había estado enviando dinero a Sue para ayudarle a escribir el libro donde explicaba que tenía necesidad de escribir para mantenerse viva. La terapeuta me sorprendió cuando me dijo rotundamente, "No le des más dinero".
Le dije a esta terapeuta, "Dios me dice que ayude a mi hija". Aquí es cuando dejé de ir. Sue era mi hija y mi corazón me decía que la ayudara. A pesar de las alegaciones de abuso, su padre continuaba diciéndome, "Ayúdala, bonita. Ayúdala".
Continué cuidando a mi marido; estaba imposibilitado y no podía hacer nada por sí mismo. Hice de tripas corazón y le ayudé, odiándole al mismo tiempo. Nunca más volvió a mencionar el abuso.
Un día recibí una llamada de mi hija. Estaba encantada de saber algo de ella. Estaba en Hawai y quería que yo supiera que quedaría afectada por ese huracán y no sabía qué le pasaría. Más tarde en las noticias, mostraron los daños de la isla de Kauai después del huracán Inniki. Estaba en ruinas. Intenté llamarla pero todas las líneas de comunicación habían caído. Finalmente, después de unos días, llamó para decir que estaba bien, pero que había perdido todo lo que tenía.

Cuando regresó a los Estados Unidos llamó y me contó más cosas sobre su abuso. Yo estaba muy confundida, pero aunque no podía recordar nada, empecé a creer que era verdad. Cambiaba constantemente de lugar para mantenerse en vida y finalmente llamó diciendo que estaba fuera de peligro, pero no me dijo dónde estaba. Me sentí muy aliviada al saber que estaba a salvo y que había conseguido ayuda.


PRIMERO MI HIJA, DESPUÉS MI NIETA

Entonces su hija adolescente comenzó a tener problemas. Sin ninguna razón aparente, intentó suicidarse tres veces diferentes. Es tan dulce, una chica tan cariñosa. Difícilmente podía permitirme pensar en su cuerpo abusado sexualmente. Y si yo había abusado de ella, no se me debería permitir vivir. Hemos hablado, pero mi nieta parece ser que no podía decirme por qué había hecho aquellos intentos. Finalmente decidió ir a vivir con su madre. Tan sólo había ido tres meses a la escuela aquí en California cuando se graduó. Pensábamos que podía terminar allí la escuela. Estuvo bien durante una temporada con su madre y entonces comenzó la disfunción y finalmente se volvió catatónica. Mi hija estaba frenética. No era capaz de controlarla, ya que Sue es mucho más bajita y no es físicamente tan fuerte como lo es mi nieta. Me llamó y me dijo que la estaba llevando al hospital. Ya no sabía qué más hacer.

Mi nieta fue al hospital muy poco tiempo porque de alguna manera fue capaz de llamar a su padre.
Ella le dijo que estaba siendo retenida en contra de su voluntad y que por favor viniera a buscarla. Él tomó un avión hasta allí y la fue a buscar. Pero, en vez de llevarla a su casa donde ella pensaba que iría, le dijo que necesitaba ayuda y que la llevaba a una casa de acogida, un lugar donde vivían otros adolescentes que también necesitaban ayuda. Compartía una habitación con una adolescente que también tenía problemas.
Tenían una gran cantidad de normas. Ella comenzó a funcionar, a cuidar de sí misma y hacer sus tareas. A menudo sólo iba a la cama y dormía. Empecé a ir a buscarla los domingos. Comíamos, comprábamos o dábamos un paseo. Siempre se alegraba de verme. Yo la llamaba casi cada día; ella a mí también, no por nada en particular, sólo para hablar. Una vez le pregunté cómo se sentía cuando pensando que iba a casa con su padre, se enteró de que realmente iba a un centro de rehabilitación. Dijo que se sentía abandonada.

Su madre sugirió que el Biofeedback EEG podría ayudarla, así que cada jueves, yo la recogía y se la llevaba. Le encantaba el helado de yogurt así que siempre parábamos para esto. Nos gustaba hablar y siempre decía que odiaba donde vivía. Fue capaz de terminar el curso en la escuela secundaria. Le enseñaron donde coger el autobús, así que un día se matriculó en el Pierce Junior College para recibir una clase de Psicología. Sólo le faltaban 10 días para terminar la clase cuando llamó a su madre y le dijo que no podía soportar más seguir viviendo en aquella casa. Entre mi hija y yo le conseguimos un billete, esto era un sábado y era para el lunes. El sábado por la noche su padre la recogió y trató de convencerla para que se quedara, pero ella se mantuvo firme y dijo que se iba. Estaba muy asustada por tener que irse sola.
Continuaba diciendo, "¿Qué pasa si no puedo encontrar la puerta por donde se supone que tengo que embarcar?"
Le dije que fuera al mostrador y les dijera, "Necesito ayuda". La llamé el día de su vuelo para asegurarme que el transporte la había recogido. Recé durante todo el día para que Dios velara por ella y la mantuviera a salvo. Llegó sin problemas y mi hija estaba allí para recogerla y llevarla a casa. Estuvo bien durante un rato y luego comenzó otra vez a tener la mirada perdida como si estuviera en un trance y no parecía consciente de nada de lo que ocurría a su alrededor. Me sentí tan impotente, quería ayudarla pero no sabía cómo.
Sus hermanos y yo fuimos a visitarla, a ella y a su madre. Estaba bien un minuto y luego empezaba a mirar a ninguna parte y no hablaba, después volvía a estar bien otra vez.
Cuando pienso en mi nieta y por todo lo que está pasando apenas puedo soportarlo. Qué desperdicio de una joven, amante de la vida y que tenga que sufrir algo tan horrible y pasar por todo este dolor. Estas cosas no deberían pasarle a nadie.
Mi hija ahora está curada y está haciendo todo lo posible para ayudar y curar a su hija. Ruego constantemente que mi nieta se pueda curar y llevar una vida normal. Estoy muy orgullosa de ambas.
Mi marido era un hombre del que habían abusado gravemente tanto física, como sexual y verbalmente cuando era pequeño. Yo le quería y confiaba en él. Era tan dulce y cariñoso a veces y otras era muy desagradable y mezquino. Era como si fuera dos personas diferentes. Ahora sé que sufría de Trastorno de Personalidad Múltiple.
Amaba entrañablemente a su familia. Estaba muy orgulloso de sus dos hijos y amaba entrañablemente a su pequeña. Yo no era consciente en ese momento que él abusaba sexualmente de nuestra hija.
En 1990 yo era físicamente incapaz de cuidar de él. Él estaba en una silla de ruedas y había que levantarlo muchas veces durante el día. Seguí un buen consejo y tuve cuidado de él y, aunque no había visto a mi hijo mayor durante años, le llamé y le pregunté si quería venir y moralmente apoyarme mientras le explicaba a mi marido el traslado. Dijo, "Bueno, ¿qué debo perder". Llegó y le contó a su padre cómo físicamente yo no podía cuidar de él y que había encontrado un lugar agradable para él.
Mi marido dijo, "De acuerdo, si eso es lo que queréis hacer conmigo".
En ese momento yo estaba viendo a todos mis hijos, pero siempre por separado. No podía decirle a ninguno de ellos que estaba viendo a algún otro. Era un infierno. Cuando llamé a la esposa de mi hijo mayor, ella estuvo muy amable. Finalmente me llamó y empezó a preguntarme sobre el abuso sexual de Sue. Le dije, "no recuerdo nada, pero creo en ella".
Ella dijo, "¿Cómo puedes creer a tu hija y todavía cuidar de tu marido?" Me sorprendió. Le dije que era un hombre indefenso, viejo, enfermo, ¿que quería que hiciera con él? Me llamó más tarde y me preguntó cómo era capaz de ver a mi hijo pequeño después de todas las cosas que había hecho y le dije, "Creo que tengo un amor incondicional por mis hijos".
Su respuesta fue, "Yo no, mis hijos se han tenido que ganar mi amor y lo tienen".
Después de esto mi hijo mayor y mi nuera no quisieron tener nada más que ver conmigo. No los he vuelto a llamar, enviar postales de cumpleaños o regalos de ningún tipo. Una vez pregunté a mi hijo si había perdonado a su padre por haberlo despedido. Dijo, "Le he perdonado con la cabeza, pero no con el corazón".
Mi marido murió solo en un asilo en abril de 1996.
Se lo notifiqué a mis hijos. Lo único que dijo el mayor fue, "Lamento escuchar eso". Mi marido fue incinerado y no hubo ningún servicio.
Mi familia está arruinada. Ninguno de mis hijos se habla con el otro. Tengo diez nietos y tres bisnietos. A veces sueño que estamos todos sentados alrededor de la mesa en días festivos y sólo disfrutamos los unos de los otros y somos una familia amorosa, entonces me despierto en la realidad.

Este abuso sexual generacional y el control mental han arruinado esta familia. Se me rompe el corazón ya que parece que no puedo ayudar a detener esto, sólo apoyar a mi hija. Rezo por la seguridad de todos mis nietos. Gracias a Dios, la verdad sobre este abuso está finalmente saliendo a la luz para que así otros niños puedan quedar al margen.
Los últimos tres años, he pensado mucho sobre el abuso de mi marido y finalmente le he perdonado. Espero que descanse en paz y nos vea a todos nosotros, feliz de ver a su hija trabajando tan duro para poner fin a este abuso de tantos niños.


BETTIE ECKHART MADRE DE SUE

LA TRISTEZA DE UNA MADRE: SUE FORD

LUCHANDO CONTRA CORRIENTE


El dolor y la pérdida de la familia atrapada dentro la esclavitud del control mental es más insoportable que perderlos por la muerte física. Echo de menos a mi familia más de lo que jamás podía haber imaginado, de verdad, más de lo que nunca hubiera imaginado. Nunca seré capaz de reemplazar a mi marido, o la vida que pensaba que estábamos viviendo. Simplemente hubiera querido que él eligiera curarse conmigo. ¿Por qué no lo hizo? O realmente, ¿por qué él no pudo? Sea como fuere, él no lo hizo o no pudo, y por eso yo he ido más allá y he forjado un camino para la libertad y una dulce liberación para mis hijos y para mí y he iluminado un camino para los demás si es que optan. Quizás mi marido nunca fue conscientemente capaz de saber que nos programaban conjuntamente y nunca realmente tuvo la oportunidad de comprender si en realidad éramos independientes o bien una pareja, pero estoy segura de que su espíritu lo sabía. En realidad, fue el hombre más amable, cariñoso y entregado que he conocido. Sé por qué mi hija está teniendo tantos problemas para salir de un estado catatónico, porque es muy doloroso hacer frente a la realidad de que los que amas y que te aman son los mismos que están programados para hacerte mucho daño. Esta es la naturaleza del sistema perverso que ha mantenido a tantos bajo la esclavitud del control mental. Pero, la verdad es que todos nosotros estuvimos programados por una fuente externa a nosotros mismos, desde el nacimiento, un momento en el que ninguno de nosotros éramos capaces de cambiar ninguna de las terribles circunstancias en las que nos enfrentábamos.

Haber tenido esta familia aparentemente tan bonita y luego despertar a la realidad sólo para descubrir que no era bonita, que en vez de eso nuestras vidas estaban entrelazadas con terror, horrores abusivos y atrocidades; nada era lo que parecía. Despertar y encontrar que no tengo seguridad, y después recuperar los angustiosos recuerdos que me llevaron a descubrir que mis hijos no estaban fuera de peligro, fue terrible. Y entonces tener que lidiar con el hecho de que mi marido, el padre de mis hijos, estaba programado para drogarnos, violarnos y entregarnos, era tan doloroso, si no es más doloroso aún que mi padre me hiciera lo mismo a mí. Me encuentro acurrucada en posición fetal en el suelo más noches de las que quiero pensar, gritando de desesperación y de un dolor que parece que nunca desaparecerá, un dolor que realmente no disminuye nunca. El dolor es una gran carga y aún me parece que soportarlo es sentir que es real. Y, con ello, siento el gran amor y la fuerza que me ha llevado hasta aquí.

Al igual que mi hija, quiero que mi familia vuelva. Quiero que el amor que todos pensábamos que estaba esté. Los quiero a todos curados. Quiero sobre todo que mis hijos sean liberados y libres. Si tuviera que dar mi vida por ello, de hecho sentiría que se habría utilizado de una manera inteligente. Rezo cada día para que Dios me lleve a hacer cualquier aportación que pueda, y que Él ilumine el camino para liberar a mis hijos. De hecho, para la libertad de todos aquellos que sufren.

Nunca he sentido tanta incertidumbre sobre el futuro. He abandonado la esperanza de que alguno de los males se puedan corregir durante la noche. Nunca lo habría conseguido, intentando salvar mi vida y curarme para obtener ayuda para mi familia, si hubiera sabido que pasarían ese montón de años y que mi familia aún no sería libre. Aún bajo control mental y sin estar suficientemente recuperada como para tener la totalidad de los recuerdos que muestren la imagen más completa de nuestro alto nivel de esclavitud, ingenuamente pensaba que podría mantener a mis hijos a salvo y por tanto seguros y curados mucho más rápidamente. Nunca pensé que esto necesitaría tantos años para poner en marcha la intervención pública y la protesta - y más tarde que mi dulce, cariñosa, suave hija Kelly quedaría en un estado de completa disfunción y mis dos hijos con una total incredulidad y incapaces de escuchar nada de lo que pueda decir para señalarles el camino de su propia seguridad y libertad, debido a su propia programación.

Nunca más volveré a decir a los supervivientes que vivo en paz y alegría, porque no lo hago. Me han dado la Gracia de Dios que me permite vivir en un estado mental algo disociado de la dolorosa realidad de todo lo que ha sucedido en el fondo cuando en la actualidad vivo una vida un poco exitosa. Pero esto no detiene el dolor. Hay momentos en los que quiero aparentar que nada de esto es real, quiero huir de la disociación, como lo hace Kelly. La echo de menos. Añoro a Craig, añoro a Kevin y a Danny. Dios mío, ¡les echo de menos a todos! Por favor, Dios, utilízame en mi pérdida para ayudar a que a los demás que no les haga tanto daño.

Debo ser muy peligrosa para los arquitectos de este sistema perverso y para mis controladores de alto nivel. Porque soy una mujer que ama a Dios y a su familia más que a la vida misma y no se doblará ante el miedo. En muchos sentidos soy atrevida por qué no tengo nada que perder. Todo lo que para mí era precioso me ha sido arrebatado. Cada lazo que era sagrado, se ha contaminado y roto. Nacimiento, vida, matrimonio, hijos, las relaciones familiares del padre, madre, hermano, marido, hijo, hija, todo contaminado y destruido. Todo lo que había antes se encuentra ahora en ruinas. Ruinas totales y completas.
Y lo que queda en el futuro está en vuestras manos. Porque he soltado la carga. He pasado los últimos 14 años contando lo que me pasaba a tantas personas como me ha sido posible. Estoy cansada y gastada y el futuro depende de las decisiones y acciones de la humanidad. Rezo por la liberación de la mayoría. Rezo para que la liberación sea oportuna. Rezo para que la liberación sea suave y llena de Gracia, amor y fácil, en vez de a través de dolor y sufrimiento. Yo amo a Dios y le estoy agradecida por su liderazgo. Rezo para fortalecerme ante lo que Dios ha planeado para mi vida, para que pueda cumplir mi propósito.

La redacción de este manuscrito ha sido tan dolorosa, que me he encontrado vagando por casa buscando alguna tarea para hacer para alejarme de enfrentar la ramificación completa de las experiencias que me llevan a escribir estas líneas, a algún lugar, a cualquier lugar para escapar. El dolor es tan profundo, tan presente y tan penetrante. Mi corazón se duele por el amor perdido, por el sufrimiento padecido por las almas encerradas en la esclavitud. Muchas noches lloro hasta que me quedo sin lágrimas. Justo cuando me siento como si posiblemente no pudiera llorar más, otra oleada de dolor me golpea y me oprime el cuerpo, intentando sobrevivir a las secuelas del dolor emocional. Si no fuera por Jesús, no lo hubiera podido soportar. Por esto Él ha puesto este designio delante mío. Cuando era pequeña, y la tortura a menudo me llevaba cerca de la muerte, era demasiado difícil de soportar, Jesús me enviaba a sus ángeles para que me atendieran, suave y amorosamente me volvían a mi cuerpo, por eso puedo estar aquí ahora para deciros lo que ha pasado, y que esto se puede detener. Y cuando en la edad adulta he llegado a un punto en mi curación espiritual en el que podría comenzar a asociar el terror con El, creado a partir del satánico abuso ritual, por una parte, el Maestro mismo comenzó apareciendo ante mí, llevándome, guiándome y mediando cuando yo estaba totalmente sola y necesitada. Creedme, Jesús está vivo hoy. El gran Sanador puede curarlo todo, todo, sólo tenemos que preguntar. Y ahora debemos estar juntos para parar esta agenda siniestra para que los niños no tengan que sufrir más y para que que la humanidad pueda tener la seguridad de vivir libre del control mental. Jesús me ha pedido que os pida ayuda. Por favor ayudarme a ayudar a los demás. Son tan dignos y han sufrido mucho. Más que nadie, yo sé que merecen una medida gigantesca de amor de Cristo. Recientemente, mientras veía la película, La lista de Schindler, me referí a su desesperación frenética y duro trabajo de rescatar y salvar las vidas de tanta gente judía como pudo, para terminar vendiendo sus posesiones para poder hacerlo. Este hombre se dio cuenta del valor precioso de un alma. Jesús nos llama a dar a aquellos que tienen necesidad. La mayoría de las víctimas de control mental y el abuso ritual que están tratando de liberarse, se ven obligados a vivir en la más rígida pobreza y degradación; física, emocional y espiritual. Necesitan seguridad frente a nuevos abusos y protección contra el frío; necesitan mantas, ropa y alimentos. Necesitan cuidado y amor, retroalimentación neuronal con EEG, hacer terapia con médicos formados, terapias físicas, salud natural y necesitan gente cualificada y compasiva que escuche su dolor para curar las heridas y cicatrices del pasado. Por favor ayudadles de cualquier forma que podáis.

Susan Ford
"Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios". - Lucas 18:27 "Porque para Dios no hay nada imposible, y ninguna palabra de Dios estará carente de poder o será imposible de cumplir".- Lucas 01:37 (La parte subrayada no consta en ninguna de las Biblias consultadas) (N.T)

... Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES!






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