GRACIAS POR LOS RECUERDOS / Capítulo Veintiocho: Reagan. Kissinger. Bush y más horrores

Un día, en una misión, yo estaba de pie en lo alto de un conjunto muy alto de cuatro o cinco hileras de escaleras de mármol. El presidente Reagan salió de la habitación de abajo y se detuvo un momento antes de levantar la vista y verme. Rápidamente se puso un dedo en los labios y yo sabía que esto significaba guardar silencio. Me hizo un gesto para que bajara y me encontrara con él fuera. Desvié la mirada de él rápidamente, pues, en público, ni lo conocía ni tenía ningún contacto con él, y empecé a caminar. Una vez fuera, un agente del Servicio Secreto me llevó a una limusina y cuando estuve cerca me agarró por la cabeza y me empujó dentro. Yo estaba esperando cuando llegó Reagan. Dio un paso de espaldas para que nadie desde el exterior pudiera verme. Cuando la puerta estuvo cerrada, sonrió y me dio un beso y dijo que me había perdido. Me dijo que me necesitaba para ir con él al Pentágono para presentarme a algunos amigos suyos.

Allí me expusieron archivo tras archivo a una información con letra pequeña y me presentaron a un oficial que llevaba un uniforme de color azul oscuro con un borde dorado parecido al uniforme de la Marina. Reagan ordenó a este hombre que me mostrara información que era de alto secreto. Aquella era la información que necesitaba tener en mis archivos mentales para alguna próxima reunión. Entonces Reagan se fue. Seguí a este hombre hasta su oficina y estuve observando mientras abría el cajón de sus archivos, sacó algunos archivos y los abrió encima de su escritorio. Me dejó con ellos y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejándome encerrada allí dentro. Estuve en su oficina durante bastante tiempo y examiné cuatro archivos detalladamente. No puedo recordar los detalles porque me desprogramaron los documentos para que no pudiera leéroslos ahora. El oficial me controlaba y cuando terminé me acompañó hasta una limusina que esperaba. Reagan no estaba.


HUMOR CASA BLANCA

"Una vez en la Casa Blanca siempre en la Casa Blanca, ¡ya sé mi propia manera de ir hacia arriba!" Me programó Bob para decírselo a los presidentes.
Cuando le dije esto a Reagan él dijo que no lo encontraba divertido. Yo le dije: "Bueno Bob me dijo que lo dijera".
Reagan inmediatamente se ablandó, se rió y dijo: "Dile a ese viejo buitre que yo he dicho hola".
Una vez estás en la lista "para hacer la Casa Blanca" te siguen utilizando una y otra vez, si tu Jefe está de acuerdo.


COZUMEL

Durante septiembre de 1984 o 1986, Craig y yo fuimos a Cozumel a bucear durante unas vacaciones con un grupo de amigos dentistas. Un día y medio de estancia estaba reservado para Reagan.
Los hombres trajeados venían a por mí en medio de la noche. A menudo ocurría así, aparecían de repente en la habitación y me llevaban. Decían que venían para "prepararme", que yo sabía que significaba tortura y aislamiento, para quedar preparada para mi encuentro con Reagan. Me metieron en un lavadero de cemento. Todo estaba oscuro excepto el piloto de un calentador de agua caliente que había en la esquina.
Esta fue la única luz hasta que vi la luz del día. Me desnudaron y me metieron sola en la habitación de cemento frío toda la noche. De vez en cuando los hombres abrían la puerta y me daban electrochoques, poniéndome un utensilio eléctrico en las caderas. Mi cuerpo tenía contorsiones y convulsiones, y las manos se me levantaban involuntariamente sin control en el aire. Entonces, me desplomaba como un saco sobre el suelo y me decían que tenía que mantenerme en pie, no podía sentarme ni dormir. Me controlaban de vez en cuando, para ver si me sentaba o me había quedado dormida, y si lo hacía, me daban electrochoques de nuevo con aparatos de alta tensión, y si no lo hacía, también me daban electrochoques. De todos modos, me los daban.
Si tenía que ir al baño, tenía que hacerlo en un rincón y luego ellos me daban una bofetada por haberlo hecho. Los hombres trajeados eran brutales. Me abofetearon, me encendieron luces brillantes ante los ojos, me golpearon en el cuerpo... fue una auténtica tortura. Me inyectaron en el brazo un poco de droga y caí desplomada. Uno de ellos me cubrió con una sábana y me llevó a un coche negro, y lo siguiente que recuerdo es que desperté en una habitación de hotel donde me dijeron que me duchase, me lavara la cabeza y me vistiera con la ropa que ellos me dejaron.

Cuando terminé de vestirme, me llevaron a un restaurante con poca luz donde Reagan estaba sentado en una cabina iluminada con velas, y ya comía. Era tarde y no había nadie más en el restaurante.
Reagan sonrió y me cogió la mano izquierda activando mi programa del tacto apretándola. Me hizo un guiño mientras seguía comiendo. Me senté con él, con el Servicio Secreto esperando detrás suyo, mientras comía. Yo estaba muy fuera de mí, y estaba teniendo problemas para concentrarme para mantenerme entera. Mi sistema interno de personalidades había sido programado para no cometer un error respecto a la personalidad que "presentaba". Mis controladores me habían puesto sobre aviso de que si esto ocurría, sería un error fatal y estaba programada para tener controlado el sistema de personalidades interiores a raya por un comité interno de supervisión que decidía quién debía ser en una segunda división chasqueando los dedos. No es que me cambiara a la personalidad equivocada para este evento, creo que, en ese momento, yo era físicamente incapaz de hacerlo.

Reagan dijo: "Se te ve hermosa como siempre". Sonreí con timidez y él levantó la mano, me cepilló el pelo del hombro y me presionó en un lado del cuello. Noté que los ojos se me salían de la cabeza. Miró a los agentes del servicio secreto y dijo que no creía que yo estuviera "muy preparada".

Los agentes del Servicio Secreto me sacaron fuera a que me tocara la brisa marina y a hacerme caminar un poco y luego me llevaron de nuevo con él. Dijeron, "Hecho" y me senté, ¡esta vez más alerta, burbujeante y charlatana! Entonces ya había terminado de comer, Reagan me volvió a coger la mano y dijo: "Salgamos de aquí". Cruzamos la cocina caminando y salimos por la puerta trasera, con los agentes del Servicio Secreto delante y detrás nuestro, y entramos en una limusina que nos esperaba. Le pregunté dónde estaba Nancy y me dijo: "¡Está en casa, donde pertenece!" Puso mis piernas encima de su regazo mientras nos alejábamos y dijo: "Te lo pasarás de maravilla esta noche".
Era tarde por la noche cuando nos detuvimos ante un gran hotel blanco. Entramos rápidamente, después de que un agente del Servicio Secreto lo hubiera revisado para asegurarse de que el vestíbulo estaba vacío. Reagan y yo fuimos cogidos de la mano en el ascensor hasta el segundo piso. Seguimos al agente por el pasillo y esperamos mientras él se detenía ante una habitación, mientras dos agentes vigilaban a Reagan fuera. La habitación daba a un balcón, y podíamos oír las olas. No era de las habitaciones más lujosas, pero era agradable.
Reagan me quitó el abrigo blanco de verano que me habían dado para qué me pusiera y se sentó en la cama a mi lado. Empezó a hablarme mientras desabrochaba la parte de atrás del vestido. Entonces me desnudó, apareciendo el sujetador transparente blanco con encajes, las bragas y las medias blancas que me habían dado para vestirme.

Reagan estaba agresivo aquella noche. Este no era su comportamiento típico, ya que normalmente era bastante pasivo. Me tiró sobre la cama y me besó con entusiasmo mientras yo empezaba a desnudarle, botón a botón. Tenía prisa y estaba muy apasionado. Me sorprendió lo diferente que estaba. Me mordía la oreja, me rozaba el ombligo para acceder a la programación del tacto, y yo le hice el sexo oral. Mientras él estaba acostado de espaldas, me subí encima suyo para llevarlo al orgasmo. Pronto estaba tumbada en la cama a su lado, y nos quedábamos dormidos.

Unas horas más tarde, un agente del Servicio Secreto me despertó y se puso un dedo en los labios para que me callara y no despertara al presidente. El agente cogió mi ropa y zapatos y me llevó a otra habitación para que me vistiera. Me metieron en un sedán oscuro y me llevaron a mi hotel, al El Presidente.

La mañana siguiente me desperté con mi marido en nuestra habitación de hotel, como si fuera después de una siesta, sintiéndome muy extraña, muy cansada, y fuera de mí, pero sin ningún rastro en la memoria de mi encuentro con Reagan. Esa noche mi marido y yo fuimos a cenar con nuestros amigos y yo era incapaz de pensar o de hacer mucho más que comerme la cena y sonreír a alguien de vez en cuando mientras ellos hablaban en la mesa. Me lo monté para permanecer despierta durante la cena, pero sólo esperaba la hora de ir a dormir. La mañana siguiente me desperté agotada y sintiéndome mal, pero sin saber por qué. Levantarme cansada y desgastada era algo normal para mí y no tenía forma de saber por qué estaba realmente tan cansada. Me imaginaba que estar cansada, aturdida, y sentirme sin fundamentos era tal como yo había nacido. No fui capaz de ir más allá de este pensamiento a fin de penetrar la barrera amnésica, hasta mucho más tarde.


LA ISLA CATALINA

En la isla Catalina me utilizaban, para encuentros sexuales con Reagan y a veces con otros funcionarios públicos o artistas. Si Nancy no acompañaba a Reagan a Catalina, normalmente significaba que mi trabajo con él sería para sexo. Ella lo acompañaba en momentos en que tenía a mano negocios y otra gente estaban presentes en las reuniones. Si Ronnie me tocaba la mano o me miraba, ella se enojaba.
En silencio y aparte, me decía que no me obsesionara con ella. Estaba programada para tener relaciones sexuales con Reagan en el Wrigley Mansion, el Zane Grey y en otros hoteles en la isla. Parecía como si Reagan normalmente estuviera en la isla de forma anónima, por motivos de seguridad, nadie debía saber que estaba allí.

Generalmente eran dos los agentes del Servicio Secreto que me acompañaban en mi misión. A menudo íbamos caminando a nuestro destino en la isla cuando la distancia era corta. Me decían a donde tenía que ir y se quedaban detrás de mí, para que no pareciera que íbamos juntos. Un agente me dejaba en la habitación del hotel para que esperara a Reagan. Reagan prefería que yo le esperara desnuda, pero cada vez me dijo de qué forma quería encontrarme la próxima vez y yo hacía lo que me decía.

Los agentes que me llevaban, siempre esperaban afuera con los otros agentes hasta que era la hora de irse. Entonces, me dejaban en mi habitación del hotel.

Cuando vi el cuerpo a Reagan estando desnudo tenía el estómago blanco, flácido y también las nalgas, no era gordo, sólo flácido y viejo. Cuando me programaban para estar con él, antes me ordenaban ponerme en cinco puntos ubicados estratégicamente sprays con perfume de Oscar de la Renta - una rociada a cada lado del cuello, una en cada muñeca y una entre las piernas. Tenía mucha orientación sensorial y mi cuerpo debía estar muy limpio. A menudo me decía que le gustaba el olor que hacía.

Reagan, literalmente, siempre estaba acostado de espaldas mientras teníamos relaciones sexuales y me hacía hacer todo a mí. Siempre era un cara a cara con él, en general tranquilo y sosegado. No había violencia, no había intensidad. Le gustaba que le hiciera masajes en la espalda y después que le ayudara con su pijama. En ese punto de la noche, a menudo me sentía como si estuviera haciendo mimos y poniendo en la cama a un niño, ¡a pesar de que él era 40 años mayor que yo! Él se aseguraba de que todo fuera cómodo y estuviera en su lugar. Era bastante rutinario, nunca había mucha variación.

Una noche en el Wrigley Mansion, Reagan quería que yo fingiera que le obligaba a tener sexo conmigo. Después del juego, me daba una descarga con la pistola eléctrica en la parte baja de la espalda.
No sabía nunca cuando lo haría porque él sonreía y, de repente, me descargaba un electrochoque. Después yo me desmayaba, sólo una especie de desmayo encima de él y él me cogía y dejaba mi cuerpo a su lado, y entonces se daba la vuelta y se dormía, pero su cuerpo aún me estaba tocando.

A veces me colocaba la pistola eléctrica en la base del cráneo. En diferentes lugares por diferentes razones. En el frente, cuando estaba destinado a borrar el archivo mental que acaba de utilizar.


DOLOR CRÓNICO

Durante años, he sufrido de dolor pélvico crónico y dolores agudos y punzantes que se manifestaban en la zona de la vagina y el recto. Fui al médico, intentando aliviar la causa, pero en 1984 se decidió que la única cura para mi dolor sería una histerectomía total. Tenía 33 años. Después de la cirugía, el dolor había disminuido, pero no había desaparecido por completo. En ese momento todavía no sabía que habían abusado de mí, pero cuando empecé a tener regresiones y recuerdos del abuso sexual extremo que había sufrido durante toda mi vida el dolor disminuyó. Una vez que mi pasado oculto fue llevado a la conciencia, me curé y el dolor se fue para siempre.


LAS REUNIONES SECRETAS CON EL BÚHO

Tuve que maniobrar a través de un montón de programación de cuento de hadas como la que sigue para obtener acceso a la memoria de las experiencias en que era utilizada como un archivo mental por Henry Kissinger en reuniones secretas. Había un cuento de hadas sobre un hermoso bosque de secuoyas, pero que no era real, sólo era fantasía. Tenía hermosos árboles gigantes con corteza roja y pasaba en las montañas. Había una hermosa princesa de cuento de hadas que visitaba el lugar y a ella le dejaban porque tenía conexiones especiales con los animales del bosque. Se hizo amiga del gran búho que velaba por ella y la mantenía a salvo. Él le avisaba en caso de que hubiera problemas porque era muy grande y muy sabio.
Ella lo veía tan grande porque había tomado setas alucinógenas como Alicia en el espejo y no podía decir si en realidad él era grande o ella era muy pequeña, pero él podía cuidarla.

Con este cuento de hadas se pretendía cubrir y codificar la memoria real de las clases del campamento de los hombres en las secuoyas de California. Había una caja de madera instalada en un árbol con un teléfono especial dentro desde donde podían llamar a aquel grupo de hombres que se habían reunido allí. Henry me necesitaba allí para ayudarle con los datos. Después de las reuniones durante el día iba añadiendo capas a los cuentos de hadas durante la noche intentando confundir mi memoria.

Kissinger también se reunía con George Bush en un lugar al aire libre en las montañas que era una especie de campamento de hombres. Había un gran edificio de madera que utilizaban para las reuniones.
Dormían en pequeñas cabañas. Yo dormía en una cabaña independiente con porche y Henry me puso en modo quédate y no salgas hasta que venga a buscarte. Henry se reunía con George Bush cuando era vicepresidente, más de lo que lo hacía con Reagan, cuando era presidente. Esto se debía a que Henry y George tenían más en común en ese esfuerzo en particular y en trabajar mano a mano en el proyecto.
A continuación, el vicepresidente Bush, Kissinger, y un corresponsal de la Casa Blanca se reunieron para decidir qué debía hacer público el corresponsal de la Casa Blanca a través de los medios de comunicación para asegurar el éxito de sus planes. Henry siempre tenía sus estrategias y conseguía mucho entre bastidores, trabajando con y dirigiendo a otros políticos o personas vinculadas con la Casa Blanca.
En otra reunión, Henry y George accedieron a mi archivo de ubicaciones geográficas y tuvieron acceso a información sobre ciertos países extranjeros. Escogían lugares estratégicos perfectos para iniciar guerras y / o conflictos que tenían la finalidad de distraer al pueblo estadounidense y a otros sobre lo que realmente estaban haciendo en el área. Yo les recitaba la información sobre un área, describiendo su clima, el terreno, el acceso al mar, el acceso a la montaña, etc., y continuaba con la información hasta que creían que un lugar funcionaría para sus planes. Después decían STOP y yo paraba. Estas reuniones se hacían a menudo.


USO DE ARCHIVOS MENTALES POR PARTE DE KISSINGER DURANTE LA VICEPRESIDENCIA Y LA PRESIDENCIA DE BUSH

Durante el gobierno de Reagan, Henry Kissinger y George Bush me utilizaban a menudo en calidad de archivo mental. Cuando Bush asumió la presidencia, mi trabajo no cambió - sólo lo hizo la persona que ocupaba el cargo de Presidente. Un día, Henry y yo estábamos en la Casa Blanca y le dio la mano al vicepresidente George Bush. Yo estaba allí para ser utilizada como archivo mental. Hablaban de la situación Irán / Contra y Henry le estaba diciendo a George qué decir públicamente para cubrir sus huellas.
Tuvo una larga conversación con Bush, diciéndole "frases clave" que tenía que decir cuando le hicieran determinadas preguntas para que se pudieran mantener sus historias.
A George no le gustaba que Henry fumara en interiores, pero Henry fumaba todos modos. Supongo que Bush necesitaba tanto la ayuda de Henry que no insistía en el tema del cigarro. Henry llenó mis archivos mentales con la información para llevarla de vuelta al Gobernador de California, que creo que en ese momento era el gobernador Deukmajian. Nos sentamos en sillas de madera con asientos de cuero frente al escritorio de Bush. El suelo de la habitación era de madera, con una gran alfombra encima. Había una bandera de Estados Unidos a nuestra izquierda - a la derecha de Bush. Bush se ponía y se quitaba las gafas cuando se enfadaba o se ponía nervioso.

Se hacían cenas para entretener a los líderes extranjeros importantes o a los políticos de nuestro país que estaban implicados con Henry Kissinger. No era sociable, pero tenía el deber de asistir a aquellas cenas. Si tenía que dirigirme a un individuo que asistía, a menudo iba con Henry. Yo estaba "estratégicamente" sentada a su lado, así como de la persona que estaban tratando de controlar o de influenciar. Henry siempre me informaba antes respecto a qué cosas eran importantes para un líder extranjero o un determinado senador o congresista. Yo decía frases que habían sido implantadas en mi cabeza para que se abrieran y conseguir que hablaran. A veces me daban pequeñas píldoras blancas para dejarlas caer en sus copas para "ayudarles a que se aflojaran un poco", es lo que decía Henry.
En aquellas cenas, el presidente hacía sonar la copa con un tenedor o una cuchara y proponía un brindis por el invitado de honor. Todos los presidentes lo hacían. Dar golpecitos a la copa de vino era un medio para llamar mi atención, muy a menudo era el momento en que se me introducía un código muy específico que me preparaba para lo que tenía que hacer el resto de la noche. Después de los golpecitos en el cristal, inconscientemente yo recibía las instrucciones cuidadosamente integradas en el brindis. Aunque Henry era el cerebro y me cargaba la información de la gente que había elegido para la noche, a los presidentes siempre les decía que yo estaría a su servicio por la tarde cuando me incluía en un acuerdo de comedor. Henry realmente tenía su propia agenda que yo cumplía durante la noche, mezclándome con la gente a la que él previamente me había dirigido. Pero tenía la cortesía de dejar que los presidentes creyeran que yo estaba a su cargo, así que mis instrucciones eran de escuchar con un oído para oír las instrucciones codificadas y archivarlas en las instrucciones que Henry me había dado por la noche. Aunque conscientemente no entendía qué tenía que hacer, las partes codificadas dentro de mí sabían exactamente qué hacer y qué área dentro de la estructura de la personalidad podría llevar a cabo el servicio. Los presidentes con los que trabajé sabían exactamente quién era yo, y sabían que, como un robot, necesitaba orientación mientras estaba sentada en la mesa con los invitados. Me debían orientar en relación a los líderes extranjeros y a los que habían elegido y qué información debía dar después. Si había dos dignatarios extranjeros, entonces yo les decía qué tenían que hacer con cada uno de ellos. Bush a menudo me utilizaba así yendo a la caza de información o averiguando donde residían las lealtades.
Algunos de los invitados en diferentes momentos eran de la realeza de Inglaterra, embajadores extranjeros, y otros líderes de todo el mundo. A menudo llevaban intérpretes con ellos a la cena para que pudieran comunicarse. Henry ponía frases clave en mis archivos mentales, creados especialmente para ellos, porque mi conocimiento de lenguas extranjeras era limitado, pero más tarde, el sexo solía hacer de puente ante la barrera del idioma.
Me decían qué responder cuando me preguntaban. A veces decía que trabajaba para el Departamento de Estado. A algunos de los hombres se les tenía que dar permiso antes de tenerme sexualmente, para que me tocaran la pierna por debajo de la mesa o para pasar su mano sobre mi vestido.
Estos hombres pensaban que se les estaba dando un regalo, pero en realidad estaban siendo interrogados o sembrados por un operativo programado que habían sido bien entrenados para hacer precisamente este tipo de trabajo entretejido con sexo. A veces sólo era sexo rápido en una oficina trasera y luego se iba a casa con su mujer, o, a veces conmigo. Cuando tenía que pasar la noche con un invitado, a menudo nos llevaban en limusina por la noche a un hotel cercano. Esto tenía lugar cuando los hombres que controlaban querían algo de información seria. En otras ocasiones, mis instrucciones eran de sentarme al lado de un determinado invitado, enviarle mensajes previamente programados y registrar en mis archivos mentales sus respuestas, reacciones, etc.


¡UNA VEZ MÁQUINA, SIEMPRE MÁQUINA!

A veces, Bob se encontraba con George Bush e iban a jugar al golf. "Una vez máquina, siempre máquina", decía de mí Bob a Bush en el campo de golf de Palm Springs. Bush decía que Bob actuaba como una vieja pareja de casados conmigo. Bob reía y decía: "¡No hay nada de viejo en ella!" Bush no creía que esto fuera tan divertido y simplemente iba al siguiente hoyo en silencio, seguido por los agentes del Servicio Secreto.
George Bush lo sabía todo sobre mi utilización como un ordenador humano. Me trataba de una manera muy poco amable, como si yo no fuera humana. Un día, Henry y George comenzaron una discusión feroz sobre cómo me trataba George. Henry le decía: "¿Revisarías un ordenador caro y le darías una patada si no funcionara bien?" Esto fue durante la Vicepresidencia de George Bush cuando él accedía a menudo a mis archivos y participaban de ida y de vuelta con Greenspan y Kissinger durante ese tiempo.

Henry le dijo: "George, si tienes que utilizar el equipo deberás aprender a utilizarlo correctamente".
George le decía a Henry, "Hank, esta joven sólo es una parte del equipo y si continúa funcionándome mal, tendré que dejar de utilizarla". Me senté inexpresivamente mientras ellos continuaban con sus argumentos.


EL JUEGO DE LA VIDA, ¿O ES EL DE LA MUERTE LENTA?

George Bush siempre era malo, brusco y degradante. Haciendo horas extraordinarias, continuamente me sometía a brutales "ajustes de actitud". Sabía como torcer con exactitud el cuchillo psicológicamente y podía ponerme 'detrás de la raya' más rápido que cualquier otro, debido a que había abusado de mi hija y me podía devastar recordándome las cosas brutales que le había hecho. O decía: "Puedo leer en ti como en un libro y no lo olvides nunca. Si en algún momento tienes en la cabeza una idea como esta tu hija será huérfana de madre. No me vuelvas a cruzar ". Siempre me gritaba. También inició aquel programa de los 'life'. Había estado comido cereales LIFE toda mi vida como parte de un programa, y él me decía que comiera y que recordara mientras comía "sólo estando de acuerdo con el programa seguirás con vida y continuarás con tus deberes con tu familia y tu país". En una respuesta programada, comía cereales LIFE en todo momento, incluso llevando encima en pequeñas bolsitas por si me sentía asustada o amenazada. Bush también tenía a mis hijos jugando al juego de los LIFE conmigo y nos recordaba, "Haz girar el dial y mira que tiene para ofrecer la vida ( life )". George nos recordaba que había que recordarlo cada vez que jugábamos, "si sales fuera del camino, perderás no sólo tu propia vida, sino las preciosas vidas de aquellos que viajan contigo, tus hijos". ( O bien, en caso de decírselo a mis hijos, "vuestra madre o vuestro padre". ) Henry estaba tan ocupado perfeccionando y protegiendo su tecnología dentro de mí que, en su momento, le veía como un protector mío, ya que él, personalmente, no era violento conmigo. Pero ahora sé que era una parte muy importante del grupo de personas que me hacían daño y, de hecho, tenía que haber orquestado una gran parte de mi abuso de alto nivel. A veces Henry se comportaba como un científico loco, muy contento con su creación, pero habiendo perdido la humanidad.


MÉXICO

Muchas transacciones de drogas tenían lugar en medio de multitudes, como en desfiles. Yo estuve involucrada en una grande en Mazatlán el Cinco de Mayo. Habíamos cenado con la familia de Craig, la tía, el tío y el primo en el restaurante Shrimp Bucket. Habían bebido una gran cantidad de alcohol y la tía de Craig me llevó al baño y me pasó algún tipo de drogas y me dijo que me metiera la bolsa debajo del vestido. Yo llevaba un vestido de verano de algodón de color melocotón e hice lo que me decía, pero no quería ponerme el paquete dentro de mi ropa interior como ella me decía porque me hacía parecer embarazada o gorda. Pronto, todos nos fuimos del restaurante y salimos a la calle, donde el desfile de la fiesta del Cinco de Mayo estaba en pleno apogeo. Cuando nos metimos entre la gran multitud de gente bailando y marchando por la calle, nos trasladábamos impotentes en medio de la multitud. Craig reía histéricamente y rompía huevos de confeti en mi pelo. Yo estaba aterrorizada porque nada parecía real, y los fuertes ruidos y todo el pueblo atascado allí todos juntos me asustaba. Un hombre de piel oscura, con unos pantalones blancos de algodón, camisa y sombrero de paja me cogió del brazo y me apartó de la multitud, hasta una oscura calle lateral. Me llevó a través de lo que en principio parecía la puerta de entrada de un viejo edificio abandonado, pero a medida que nos dirigíamos a la parte trasera, me acompañó hasta una habitación que estaba restaurada y decorada. Un grupo de hombres estaban sentados alrededor de una mesa con una lámpara que colgaba bajo, fumando y jugando a cartas. "Aquí está ella", anunció mi guía.
Otro hombre de piel oscura se acercó. Creo que le llamaban Johnny T. Me tocó en el estómago y dijo: "¿Qué tenemos aquí ? ¿Una mina de oro? "Me arremangó el vestido y sacó el paquete. Frente a todos los demás hombres, tiró el cigarrillo al suelo, se quitó el cinturón, abrió la cremallera de sus pantalones, los dejó caer al suelo, se los quitó y les dijo a sus compañeros: "Esto es lo que he estado esperando toda la noche". Y me tiró al suelo y me violó delante del grupo. Cuando hubo terminado, abrió el paquete que yo le había entregado y dijo: "Dile al gobierno de los Estados Unidos, que les damos las gracias por sus regalos, por su generosidad, y diles que nos gusta su forma de hacer negocios", todo el mundo se rió mientras él continuaba, "y que continuaremos para cumplir nuestra parte del trato". Otro hombre me llevó a un coche que estaba esperando y me entregaron de nuevo al tío de Craig.

George Bush menudo formaba parte de la actividad ilegal de drogas de México. Me sentía como si él nos persiguiera a mí y a mi familia durante nuestras vacaciones, no importaba a donde fuéramos, él y "los chicos", se presentaban. Me doy cuenta ahora que parece ser que nuestras vacaciones realmente giraban en torno a la agenda de nuestro controlador, pero en aquella época no tenía forma de saberlo.
Parecía como si Reagan fuera una marioneta y Bush hiciera todos los arreglos, le dictara el pensamiento, planificara y ejecutara los acuerdos. En las reuniones y encuentros sociales, Bush hacía las conexiones y cerraba el acuerdo, mientras que Reagan sólo actuaba ajeno - que no quiere decir que no supiera o no conociera, sino que sencillamente él no siempre era el cerebro. Bush era despiadado y brutal, el fin justificaba los medios. Incluso tenía un pañuelo rojo que llevaba en el bolsillo para limpiar la sangre de Kelly o la mía. Tenía grandes expectativas y a menudo esperaba hasta que hacíamos cosas que él mismo se había olvidado, sin querer, de decirnos, momento en el que nos abofeteaba, golpeaba o maltrataba o nos torturaba de otras formas a Kelly y a mí. Hubo un momento en Maui en que un agente del Servicio Secreto salió a ayudarme a diciéndole a Bush: "Señor, no creo que le dijera eso". Ahí se acabó su trabajo, Bush le despidió en el acto. Un día, Bush sacó una navaja del bolsillo del pantalón y yo estaba aterrorizada pensando que la usaría conmigo, pero la usó para pelar una manzana verde. Me dijo que sería la próxima en ser pelada con la misma lentitud, de manera tortuosa si no cooperaba.
Veía a los líderes mexicanos con más frecuencia en la Casa Blanca que en México, normalmente eran brutales y violentos.

El tío de Craig Lyle Curran, que trabajaba para la NASA, arregló especialmente para nosotros que pudiéramos comprar a tiempo compartido, la Suite Presidencial, del Hotel El Cid, de Mazatlán. Mi marido compró el uso de esta suite, durante la misma semana de abril de cada año durante los siguientes 25 años.
Mi familia y yo siempre pensamos que iríamos allí a pasar las vacaciones. Pero eso no fue lo que pasó. En una de esas vacaciones, un hombre trajeado se reunió con Kelly y conmigo después de haber comprado nuestros "batidos de plátano fresa" en el stand de batidos del hotel. Más tarde supe que estas bebidas, a pesar de ser muy saludables, eran señales programadas que habían instalado en un momento anterior, cuando nos llevaron al muelle de Santa Mónica y nos subieron a la atracción del Carrusel. Un hombre nos subió a ambas a los caballos y nos dijo, "atadas juntas, sois una sola". Había otra programación espejo y sugestiones que creaban confusión sobre dónde empezábamos o acabábamos, físicamente, Kelly y yo. No había identidades separadas.

De todos modos, teníamos nuestros bikinis y aquel hombre trajeado nos seguía por el puente elevado que conducía a la Suite Presidencial. Mientras entrábamos en la habitación se coló detrás de nosotros. Nos dijo que nos sentáramos en la cama. Nos puso unos auriculares a las dos, y nos puso una inyección en los antebrazos. Kelly estaba sentada con una pierna doblada debajo, en una posición intermedia entre el estilo indio. Teníamos los cuerpos programados y diferentes posiciones del cuerpo significaban cosas diferentes. Llegó George Bush, llevaba un vestido beige y Kelly estaba "preparada" para él. Bush, un par de los líderes mexicanos, y otro hombre tenían una reunión en nuestra suite. Yo estaba sentado al lado de Bush en la reunión, mientras accedía a mis archivos mentales. Cuando la reunión terminó George esperó hasta que todos salieron de la habitación, les dio la mano educadamente en la puerta y cuando ya se habían ido él entró en la habitación donde estaba Kelly esperando. Yo estaba sentada en la mesa como un robot.

Al cabo de un rato, cuando Kelly salió de la habitación, tenía una sonrisa en la cara. Debido a la programación condicionada, siempre tenía una sonrisa pero yo no la veía nada bien. Bush se fue con dos agentes del Servicio Secreto que estaban haciendo guardia en la puerta de la suite. A uno de ellos le llamaban, "Geo".

Otra vez Henry Kissinger estaba sentado con George Bush en una reunión que tenía lugar en la gran mesa de comedor de la Suite Presidencial en El Cid con dos hombres mexicanos. Yo estaba allí para ser utilizada en calidad de archivo mental. Hubo otras reuniones que tuvieron lugar en nuestro tiempo compartido de la familia, en El Cid, en la "suite presidencial".

" La honestidad es el primer capítulo del libro de la sabiduría". - Thomas Jefferson






No hay comentarios:

Publicar un comentario